Hace ya algunos años mi madre me comentó angustiada que una amiga suya tenía un problema: vivía sola en un piso cerca de la calle República Argentina en Barcelona, y llevaba casi dos años intentando venderlo sin éxito. Quería irse a vivir cerca de su hijo pero primero necesitaba vender su casa.

Me dijo que iban muchas visitas a ver el piso, que a todos parecía gustarles y se interesaban por su compra, pero finalmente siempre se echaban atrás. Me ofrecí a ir a verla e intentar ayudarla con mis conocimientos de Feng Shui.

El piso era muy bonito, amplio y luminoso. Una planta baja con una soleada terraza llena de plantas, y con unos techos altísimos aprovechados con una preciosa biblioteca de madera, un despacho y una habitación para invitados. La casa era muy bonita y el precio razonable… pero tenía varios conflictos de Feng Shui.

La zona del recibidor era la que tenía el techo más bajo lo que provocaba una sensación de pesadez, además las paredes en esa zona eran las únicas de toda la casa que estaban pintadas de colores oscuros que animaban dicha sensación.

Justo enfrente de la puerta de entrada tenía colgado un espejo que te devolvía tu imagen nada más entrar y debajo del espejo había una estantería pequeña vieja y desaliñada llena de libros y otros objetos desordenados. Una vez traspasada la zona de entrada el resto de la casa era muy agradable.

Aconsejé quitar el espejo de enfrente de la puerta, pintar las paredes de esa zona de blanco u otro color claro y luminoso, y arreglar la estantería que había bajo el espejo o mejor quitarla y colocar en su lugar un objeto que a ella le gustara mucho, además de otros detalles del interior. Mi visita fue a finales de julio y ella aprovechó la época vacacional del mes de agosto para realizar los cambios aconsejados.

La segunda semana de septiembre mi madre me llamó emocionada: su amiga había vendido el piso a la primera pareja que vino a verlo una vez realizados los cambios.

Una casa no es sólo una combinación de materiales estructurados para cobijarnos de la lluvia, el frío o el calor, se trata de nuestro segundo cuerpo, a través del cual representamos nuestros anhelos futuros y experiencias pasadas igual que cuidamos y adornamos nuestros cuerpos físicos para sentirnos más bellas, sanas y felices.

Los espacios que habitamos están íntimamente relacionados con las personas que desarrollan sus vidas personales o profesionales en ellos, a través del impulso vital que los seres humanos transmitimos a todo lo que hacemos y a todo lo que nos rodea. Comunicarnos de forma clara y eficaz con nuestro hábitat, mediante decoraciones y distribuciones Feng Shui, síntoniza el lugar con nuestros objetivos ayudándonos a una más armónica consecución de los mismos.